La filosofía y la matemática son fuentes de conocimiento e inspiración para progresar. La una y la otra tienen algo en común y juntas alimentan nuestra vida con el estudio de la naturaleza y de nosotros mismos. Cuando se supere la era digital que se funda en el determinismo y empiece la era del probabilismo combinatorio, en ese momento la aceleración hacia un mundo distinto y a una nueva percepción del mismo será sorprendente. El probabilismo es parte de la matemática cuántica que nos reconducirá a la naturaleza, a la esencia. El probabilismo es la resultante de las infinitas interacciones de los átomos y del tiempo que tiene un valor determinante. En la era digital determinista o en la cuántica combinatoria y probabilista, ¿qué papel tiene, si lo tiene, el ser humano? ¿Podemos hablar del libre albedrío como elemento cuántico combinatorio que interacciona y puede modificar o alterar el cálculo de las probabilidades? ¿Ya está todo diseñado o el ser humano participa en el diseño?
El debate entre religión y ciencia sobre la existencia de Dios o no, la teoría de un destino establecido y la de un destino que el libre albedrío puede cambiar es grande. Todo empieza con la pregunta sobre el origen del Universo, el Big Bang. Stephen Hawking creía que el Universo no siempre existió, y dijo «Nadie creó el universo y nadie dirige nuestro destino, todo comenzó con el Big Bang». Luego siguió diciendo que «la explicación más simple es que no hay un Dios», tal era su convicción. La verdad es que el tema existencial del ser humano es verdaderamente complejo. El concepto del big bang es seguramente básico y se funda en la energía, que impulsa todas las cosas y es el elemento clave de nuestra existencia. Nuestro cuerpo está en vida gracias a la energía y cuando se apaga deja nuestro cuerpo, se libera en el espacio y se suma a la energía cósmica. La ciencia, como la matemática, la física o la biología, puede acercarnos a la respuesta sobre la existencia, pero los sentimientos humanos, la conciencia, no pueden quedarse sin la respuesta a las preguntas «¿Cuál es la finalidad de la vida y del entero Universo? ¿Dónde está el propósito? ¿Qué es el tiempo?». Esta es la razón por la que matemática y filosofía no pueden ir de la mano. Yo estoy tan convencido de esto que pienso que cada uno tiene la respuesta dentro de sí. En el fondo, del mismo modo que es posible saber mucho de nosotros analizando nuestras células, es posible conocer más el universo si nos analizamos a nosotros mismos como células del mismo.
El valor de la introspección es clave. Conciencia e intuición son el fundamento para un buen ejercicio del tiempo y del libre albedrío. Sobre el tiempo y el libre albedrío, el filósofo y teólogo San Augustín hace reflexiones interesantes: primero admite el libre albedrío porque cree que «al dar libertad al hombre, aunque pudiera no hacer el bien, la obra de Dios es más perfecta y sería la única manera de exigir responsabilidad por los actos humanos (premiar – castigar)». Segundo, sobre el tiempo, Agustín llega a la conclusión de que «la sede del tiempo y de su duración es el espíritu. Es en el espíritu que se hace efectiva la sensación de duración (larga o corta), de discurrir del tiempo, y es en el espíritu donde se mide y compara la duración del tiempo». En el primer concepto aparece una clara llamada a la religión, en el segundo introduce un concepto muy interesante, el relativismo de las percepciones. En conclusión, el tema es libre albedrío y tiempo ¿para qué? La respuesta sobre la existencia está en nosotros mismos. Tenemos que buscar y alinear nuestro propósito vital a los actos cotidianos. No tenemos que pensar que todo lo que ocurre está establecido o que no depende de nosotros o que es causa de los eventos. Nuestra libertad intelectual, nuestro libre albedrío, es lo que nos hace partícipes del diseño universal. Nuestros actos tienen consecuencias y por lo tanto tenemos que asumir la relativa responsabilidad. Solo así tendremos la percepción de haber contribuido a la evolución universal y de haber vivido plenamente.
Fuente: Abc Opinión